En el mugriento arcón que dormita en el desván
Un haz de luz, abriéndose paso entre sus astillas
Ha iluminado el trazo olvidado del solitario poeta...
El aire, fiel aliado del verso entonado
ha trenzado las notas
Que viajaban vagabundas entre el viento de la noche.
En el cielo de los sueños amontonados,
Un regimiento de estrellas, ha dibujado
Un manto chispeante de fantasias infinitas...
Hasta el negro asfalto del bullicio rutinario
Donde el ansioso día, se ríe sarcástico
Entreteniéndose con el absurdo gentío.
Ha llegado sudoroso, un mensajero
Que en forma de cálida brisa
Avisa por los postigos de las puertas atrancadas...
De nuevo, sonarán los acordes de las palabras trenzadas
Entre el verde acolchado
Que se alimenta de la humeda piel sudorosa.
Con la noche por testigo,
Entre la danza cansina del árbol,
Acompañado por el croar de las ranas,
Iluminado por la tenue luz de una mirada...
De nuevo...
el arcoíris invisible de los sentimientos unidos,
el tejido hilo de los susurros silenciosos,
el aura compartida de los inolvidables momentos...
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