sábado, 31 de enero de 2009

¨Cómo olvidar... ¿Se repetirá la historia?

Primero fue la incredulidad, luego la palabra sorda, la incomprensión, la rabia, la desesperación, la desmotivación y el hastío y toqué el fondo del agujero negro donde bastante tienes si puedes recoger tus propias tripas... pero la danza de las olas del mar de las estrellas dobladas, en las repetidas noches de aquel verano y tal vez, la voz pausada de la amante de las pompas de plata, hicieron que de nuevo levantara los puños de los chirriantes dientes y guiado por las ganas de seguir, por las ansias de hacer, edifiqué piedra a piedra mi castillo de las ilusiones, ese que tiene caminos que nunca llegan a su puerta y que dan sentido al caminante... La vuelta fue un duelo entre mis manos y la paciencia, ante la mirada fugaz del tiempo, en el cerro donde antes brillaban las torres a duras penas sobrevivían algunas flores y casi ningún pájaro... paso a paso he ido sembrando la semilla de la creatividad, de la ilusión, de la estrategia... pero aun no ha llovido... como un espantapájaros espero inmóvil la llegada de nuevos vientos que traigan las nubes cargadas de ese olor a tierra mojada que todo lo limpia... mientras... trabajo... como quien pone parches en un flotador viejo con la ilusión de que algún día el aire no se escape y pueda navegar con la mirada en el horizonte...no sé, si puedo haber llegado a la tristeza, el último estado, la tristeza es la pérdida de un ser querido cuando nada puedes hacer, una mezcla de agotamiento y dolor... pero no me importa, porque aún las pequeñas cosas me hacen sonreír y me devuelven mis ganas... gracias por estar ahí...

ESCORPIO

ESCORPION

Es un signo de Agua: LOS LAGOS MISTERIOSOS
Su rasgo más evidente: LA PASIÓN
Su frase favorita: TE DESEO
Su lema: LA VIDA ES BREVE, GÓZALA A DESTAJO

Se les reconoce fácilmente por sus misteriosos ojos. Escorpio no mira, te reta directamente. Los ojos de Escorpio son como finísimas agujas que te atraviesan cuando te imponen su mirada. Te sugiero que cuando veas a Escorpio de frente, le digas:
-Oye, por favor, baja la larga que no veo nada-

Si no lo haces, te hipnotizará y es muy pasional, exageradamente pasional. Si te ama, te ama más que los demás, y si te odia, lo mismo. Tú a Escorpio, le regalas un libro por su cumpleaños, y él te regala una enciclopedia por el tuyo. Amando es igual; tú le das un beso, y Escorpio te hace el amor tres veces seguidas. Odiando tampoco tiene medida; tú le rompes la ventanilla del coche, y él te quema la casa. Claro, que es lo que Escorpio dice:
- Yo no he empezado-
Agotados y llenos de barro hasta los ojos, la cuarta brigada de Jóvenes Voluntarios con América Latina de la Asociación de Universidades Populares de Extremadura coronó íntegra el Volcán Madera.




Como no podía ser de otra forma, con el mismo ímpetu que han demostrado durante todo este proceso, tanto en el tiempo de la formación en España, como en el tiempo que llevamos aquí, trabajando en horas de sueño, debatiendo hasta la saciedad, peleando por vivir cada minuto y compartiendo la esencia de este país que no deja de sorprendernos por cada rincón, los jóvenes cooperantes lograron alcanzar al cima del volcán.

A duras penas mantengo las lágrimas de orgullo por este ranchón lleno de gente, por ser parte de este grupo, por vivirlos cada día, por compartir con ellos sus rebotes, sus abrazos, sus risas y sus lágrimas. “Bravo, bravo”, decía el poeta, que a veces la palabras se quedan cortas con tanto como quisieran, ahora no es que se queden cortas, es que no me salen, porque sólo podría mostrarlas acompañadas por el ritmo acelerado de mi corazón.

Yo una vez más tuve la suerte de poder intentarlo, y la montaña agradecida me regaló dos horas y media de subida. Hasta los 3 kilómetros. Doblé mi propio récord. No pueden imaginarse lo que me hubiese gustado compartir con ellos la cima; aunque la verdad es como si hubiese estado, porque aunque no escuchaba su respiración, en mi bajada sentía el esfuerzo del grupo por lograr el objetivo, una vez más, lo sentía.



Tengo grabado en mi alma uno de los mejores aplausos que he recibido en mi vida. En los 2.700 metros me estaban esperando. La subida fue muy dura para mi, apenas 10 metros de falso llano y el resto inclinado e irregular, no eran escalones, no era un vereda, era un camino de cabras como no se pueden ustedes imaginar. Incluso ahora que lo pienso, creo que no había camino. No, no había camino, apenas si se dejaba entrever una línea llena de huellas de zapatilla. Al principio, los alcanzaba cuando paraban y podía compartir con ellos apenas unos minutos, porque ellos ya estaban descansados y yo acababa de llegar. Podía verlos pasar entre los árboles, a lo lejos en la subida. Uff... cada vez me costaba más acercarme, cada vez tenía que parar antes.



Se acabó... hasta aquí llegaste JUAN CARRILLO. Dudé mil veces en medio de un encrespado trecho, haciendo equilibrio entre una raíz robusta y un pegote de barro blando. Miraba a lo lejos, los escuchaba, podía sentirlos cerca, casi los tocaba... pero no lo estaban. Ellos seguían su marcha firmes, posiblemente entre risas, posiblemente ayudándose los unos a los otros, dándose ánimos para que ninguno se quedara atrás. Este grupo no está formado por personas, es un ente único, que vive, sufre, se mueve, se cae y se levanta, es un único cuerpo hecho a base de palabras entrelazadas, hecho a base de emociones compartidas.

No estoy seguro, pero verán ustedes, llevo 20 años trabajando en esto y por primera vez en mi vida siento la esencia de mi trabajo. Seguramente nada de lo que las palabras escritas puedan decir, será ninguna verdad absoluta. Pero de lo que si estoy seguro, es que hoy, a base de sudor, esfuerzo físico y sufrimiento, he creído en esa máxima de que nuestro trabajo consiste en crear algo, cuyas paredes no se pintan de colores, ni se encalan, que no deslumbra al que pasa por el lado, que no se habla de ello. Pero que es tan hermoso que toma vida por si mismo y cuando ya no te necesita te deja solo.



Solo, amigo mío, para que lo disfrutes, para que no seas capaz de contárselo a nadie, para que tus ojos se llenen de lágrimas y, como siempre, mires a otro lado. Qué es lo próximo, qué castillo de arena nos toca construir ahora. Ellos, EXTREMAGUA, harán realidad los sueños de un equipo de gente que cree que este proyecto, más allá de los sentimientos, de las vivencias, de las experiencias, podrá crear mejores personas, más comprometidas, más solidarias y que además no se olviden de que existe un rincón en el mundo que se llama Nicaragua, donde la gente necesita que te acerques, necesita que luches por ellos. EXTREMAGUA lo hará, estoy seguro de ello, seguro de que esta gente construirá las herramientas necesarias para que nuestra ilusiones sean una realidad. No lo harán solos, habrá gente de la primera, de la segunda y de la tercera brigada, que harán un frente único y fuerte, al que se sumarán más jóvenes extremeños y de otros sitios, porqué no. Así lo sueñan Paco (director del Área de Cooperación al desarrollo de AUPEX) y José María (Director de Gestión de AUPEX) y también yo, y muchos más, cuyos nombres no puedo poner porque sería una tarea imposible.

Bajé despacio. La bajada no era fácil tampoco, suerte que había reservado mi botella de un litro y medio de agua y que recordaba las paradas. Eso me motivaba a caminar con paso pausado pero firme. Pasaron varias horas hasta que llegó el primer grupo. Llegaban exhaustos, con la cara desencajada, algunos se habían cambiado de ropa, venían sonriendo, con un brillo especial en los ojos. No era un momento único, ya lo había experimentado el día que les vi presentar su proyecto. Lo había visto el día que luchaban rabiosos por encontrar la clave para construir su compromiso. Los aplausos retumbaban en aquel ranchón, una y otra vez, cada vez que iban entrando, no importaba el orden, todos eran los ganadores y ganadoras, todos y todas habían llegado los primeros.