jueves, 29 de enero de 2009

Para tus proyectos...



Por todos es sabido, que la creación de nuevos modelos de intervención y de acción con colectivos, no es un hecho aislado que nace de un posicionamiento estático o del desarrollo de acciones que son un fin en si misma, ni tampoco de la realización de proyectos, eventos o actividades que de forma sistemática rellenan miles de memorias sin que tengan mayor trascendencia. El saber acumulado de las experiencias repetidas, no es en sí mismo una herramienta útil para la configuración de propuestas de futuro, que permitan un avance en las líneas estratégicas, ni en los posicionamientos tácticos u operativos.

La sociedad actual, impone ritmos acelerados impidiendo la conciencia de lo que se hace y acumula de forma amontonada los repetidos proyectos que cumplen sus objetivos en un tanto por ciento poco satisfactorios. Se hace necesario un alto en el camino, un espacio para ordenar, sistematizar y reflexionar de forma compartida, para hacer que la experiencia y el saber, se convierta en conocimiento. La ordenación y reflexión sobre lo trabajado, hace que el saber transcienda y nazca el conocimiento, como el mejor aliado para la composición de propuestas que fomenten las alternativas y permitan los distintos posicionamientos frente a las realidades y la cotidianeidad.

Puede que estemos ante una de las claves que de repuestas y soluciones, el conocimiento y su gestión, entendido como el “saber que transciende”, que hace que germinen nuevos saberes y con ello, nuevos modelos de vida, nuevas respuestas a las distintas problemáticas. Pero ¿cómo hacemos que ese saber se convierta en conocimiento?, la respuesta la encontraremos en la conjunción de varios vectores:

1.- En la conciencia de lo que se hace, es necesario tener en cuenta que para que esto ocurra es imprescindible haber ideado y diseñado el itinerario que se pretende seguir con suficiente antelación. Es este un momento, solitario, silencioso y reflexivo, donde la creación debe fluir libre, siendo conciente de que el hecho creativo no es agradable, ni mucho menos ordenado, si no todo lo contrario supone un esfuerzo exigente y caótico.
2.- Compartirlo, para contrastar distintas realidades y visiones que alimenten de nuevos enfoques y configuren de esta forma una propuesta mucho más rica. En ocasiones, los que nos dedicamos a la tarea del diseño de proyecto tendemos a guardarlos, a no contarlos, por miedo, tal vez a que nos lo copien. El error es grave, con esa actitud, lo único que estamos consiguiendo es que nuestra gran idea acabe en el mejor de los casos en el baúl de los recuerdos.

3.- La escucha activa y la sistematización tanto de lo escuchado como de lo generado, es importante destacar que el acto creativo puede llegar a provocarse no sólo en la escucha sino también en la intervención, en la palabra. Su sistematización genera un documento que cuya autoría no es mía, sino nuestra y que por si sólo comienza a tener vida propia.

4.- La adaptación a la realidad y al territorio de acción, es igualmente necesaria, en este momento el programa creado sufre una gran transformación que en ocasiones puede llegar a ser desmotivante, generando nuevas crisis en su configuración y definición final.

5.- Su desarrollo, no debemos olvidar que el proyecto es un Ente vivo, que nace, crece, se desarrolla y que en su transcurso puede sufrir mil y una situación que pueden dificultar enormemente su desarrollo, incluso llegar a modificar sus planteamiento. Lo importante una vez más, es ser consciente y aportar respuestas que obedezcan a los criterios establecidos en su configuración inicial.

6.- Seguimiento y creación, la aportación constante de datos, información y experiencia del desarrollo de cualquier proyecto, genera un análisis permanente que nos aportará nuevas visiones y que puede que nos hagan pensar, que debemos modificar nuestros planteamientos iniciales, sin embargo, sin que esto deba ser tomado como una norma, consideramos saludable esperar a su avance e incorporarlo a la finalización del mismo, caso de que pueda resultar interesante.

7.- Efecto multiplicador, tras la evaluación final del proceso y la creación de productos para el efecto multiplicador, se convierte en un valor de difusión y de creación de red que nos aportará nuevas conversaciones y nuevos planteamientos, situándonos en una posición de privilegio al permitirnos observar la realización de la experiencia en otros territorios y con agentes distintos.

Llegado este momento, el círculo se cierra. Se trata pues de reproducir los distintos momentos y mantener en permanente estado de alerta los niveles de atención y asimilación de conceptos.

En muchas ocasiones, el objetivo marcado puede parecer utópico, imposible de conseguir, son muchos los factores que influyen en el desarrollo de cualquier propuesta, sin embargo, no es malo que tengamos claro que esos factores y su influencia puede ser negativa, pero también positiva. El diseño de un planteamiento a largo plazo, incluso atemporal, nos ayuda a configurar las herramientas en formas de programas, proyectos y actividades para avanzar a un ritmo indeterminado hacia la consecución de los objetivos finales. Esta tarea puede ser en muchas ocasiones interminable, ya que pronto comprobaremos que el objetivo marcado se retroalimenta de la propia ejecución de nuestro trabajo, situándose a medida que nos acercamos a él, un poco más lejos, mostrándose como un punto cambiante.

Establecido el esqueleto, tenemos que decidir nuestra metodología de trabajo, sobre cómo vamos a trabajar con nuestros equipos, cómo vamos a generar dinámicas de apoyo, cómo vamos a dar respuestas a los problemas o cómo vamos a abordar el propio funcionamiento de nuestro trabajo, entre otros.

Las experiencias metodológicas de muchas organizaciones, técnicos y proyectos, vuelve a jugar un papel necesario en este apartado. Desde el constructivismo, basado en el aprendizaje en la propia experiencia y donde el participante genera alternativas en su búsqueda, asumiendo así conceptos adaptados a su propia forma de ser y de percibir su realidad. En el constructivismo se muestran multitud de variantes a tener en cuenta, tales como aprendizaje generativo, aprendizaje cognoscitivo, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje por descubrimiento, aprendizaje contextualizado y construcción del conocimiento, todo ello desde una exploración libre del participante dentro de un marco establecido. Hasta los Nuevos Paradigmas, donde por medio de un itinerario tutelado, el participante asimila los conceptos desde su reflexión individual hasta su consolidación por medio de espacios de encuentro compartido. Pasando por la Investigación, Acción participativa, desarrollada en América Latina en la década de los 80, en la que los distintos roles que intervienen en el proceso, tanto investigador – formador como participante – ciudadano/a, generan un aprendizaje mutuo en la acción y en la búsqueda de soluciones para los problemas, debatiéndolos y analizándolos a la luz de sus intereses inmediatos e históricos, de su saber y de los conocimientos científicos disponibles, procurando resolverlos en las perspectivas de su hegemonía a través de sus diversas organizaciones, medios y recursos. En este proceso, se generan nuevos conocimientos en la interrelación y la conjunción del saber popular y el conocimiento científico.

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